domingo, 2 de agosto de 2009

¿Contamos?


Memoria visual

"Jugar nos ayuda a crecer y a soñar"






¡¡¡A JUGAR!!!

El juego es la manifestación más libre de la personalidad del ser humano; jugar es sinónimo de vida y de crecimiento. El juego no sólo forma parte de la vida del niño: todo el mundo juega, o debería jugar, ya que jugar es divertirse, recrearse, comunicarse con los demás y de esta manera lograr el crecimiento de la persona como ser integro.
Al referirnos a la Educación Física por supuesto, los juegos motores constituyen un medio insustituible para el crecimiento y la maduración de niños y jóvenes, pero no solamente debemos propiciar una respuesta motriz, sino la participación de todas las funciones humanas. La práctica habitual del juego desarrolla en los niños actitudes y hábitos del tipo cooperativo y social basado en la solidaridad, la tolerancia y el respeto, lo cual es una forma de conocer hechos y situaciones del entorno social y cultural.
Jugar... un intento de resolver nuestros conflictos que nos acerca a nosotros mismos; por ello, es una actividad fundamental en la vida de toda persona. Los juegos ayudan a descubrir y redescubrir el concepto de sí mismo. Jugar es sano y saludable.
El juego tiene sentido en sí mismo. Tiene un tiempo y un espacio delimitado. Entrar en juego” es pasar a formar parte de un espacio místico cuyo sentido se agota en sí mismo. El juego es una actividad que convoca por sí sola y que tiene sentido para quienes se entregan al juego, más allá de las adversidades. Existe en la medida que haya jugadores con ganas de jugar, se diluye si se retiran los participantes. Para entrar en el juego hay que construir un lugar de pertenencia, hay que tener necesidad y capacidad de simbolizar.
Es la actividad lúdica una situación privilegiada, ya que en ella se “juegan” las distintas posibilidades de expresión del ser humano con la misma intensidad. El desafío intelectual, el compromiso motor, el placer de estar “allí”, el compartir, aparecen conformando una trama que cobra sentido en la medida que “es”. La diferencia está dada por el hecho de que el juego asume las características que le imprime los participantes, ya que conforme se enriquecen y ganan en experiencias, el juego evoluciona y se complejiza.
El juego es la actividad específica de la infancia, y que se prolonga toda la vida, que se distingue por carecer de finalidad extrínseca, por responder a una necesidad pulsional y que va acompañada de placer y por ser una actividad libre, espontánea.

Más allá de esta situación particular que hoy estamos enfrentando, consideramos que el compartir un momento de juego con los chicos es enriquecedor, tanto para el niño como para sus padres afianzando así el vínculo familiar. Por eso los invitamos a que esto se convierta en un hábito.